Mas de una persona nos ha preguntado por qué se siente mal durante las vacaciones, sintiéndose como bichos raros porque no les parece “normal”, cuando sus amigos, familiares y compañeros admiten divertirse durante el tiempo de ocio.
Pues bien, hoy nos gustaría haceros saber que las vacaciones son un arma de doble filo: por un lado, son una herramienta poderosa para nuestro bienestar físico y mental, pero por otro, pueden exponernos a la vulnerabilidad psicológica y generar sentimientos de malestar.
Las vacaciones como necesidad biológica y social
Las vacaciones son esenciales para recuperarnos del estrés y evitar el agotamiento. Nos permiten reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y a nivel social, reforzamos nuestros lazos y exploramos nuevas culturas.
El lado menos visible: la paradoja del ocio
El cese de nuestras actividades laborales y la interrupción de la rutina pueden llevarnos a un vacío existencial. La falta de un propósito inmediato puede generar una introspección no deseada, llevándonos a cuestionarnos nuestra vida, decisiones y relaciones. La felicidad no es una consecuencia automática de la inactividad.
Las vacaciones también pueden ser una fuente de estrés por la presión social de tener «las mejores vacaciones de la vida». Y el regreso a la rutina puede manifestarse como tristeza, irritabilidad y dificultad para adaptarnos de nuevo.
Dos claves
• No busques las «vacaciones perfectas».
• Vive el momento presente, activo o pasivo, disfrutando de tu descanso.
Así que no te sientas un bicho raro, romper con las rutinas diarias no es fácil, a pesar de que sea para descansar o estés en tu playa favorita, todo lleva su proceso. Y si no te vas de vacaciones a una isla paradisíaca o a recorrer el mundo, no te sientas mal, vive tu descanso, vive tu momento, tu mente y tu cuerpo lo necesitan, esas son tus vacaciones, RELAX.
De todas formas, estamos aquí por si nos necesitas.



